martes, 22 de diciembre de 2009

¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?


Un niño puede tener un cuarto lleno de juguetes nuevos. Todos muy lindos. Con todos se entretiene, pero si le dices que no puede jugar con uno, es como si todos los demás juguetes desaparecieran y sólo quedara el juguete prohibido.

Esto fue lo que les pasó a Adan y Eva, tenían cientos de árboles y frutos diferentes, pero desearon y comieron del fruto del árbol prohibido. Como el niño estaban más preocupados de lo poco que no podían hacer, en vez de pensar en lo mucho que podían hacer.

Dentro de cada creyente, en lo más profundo del corazón, se encuentra un niño inocente y malcriado. Sabemos que somos salvos por fe y no por obras. Pero si nos preguntan: ¿Cuál es nuestra forma de vivir para Dios?, a la mayoría de los convertidos, muchas veces lo primero que nos viene a la mente es: No matando, no mintiendo, no bebiendo ni fumando, no quebrantando el día de reposo, no adulterando ni fornicando, no… no… no… no… no… no.

Muchas veces nos enfocamos más en lo que no podemos hacer, que en lo que podemos y debemos hacer. Aquel que vive su vida con el enfoque equivocado, se la pasa amargado, cargado y reprimido; como el niño en el cuarto lleno de juguetes, que no se puede divertir, porque no deja de pensar en el juguete con el que no puede jugar.

Es sumamente importante guardar los mandamientos de Dios, pero que tu definición del cristianismo no sea como la de los fariseos; simplemente una larga lista de cosas que no se pueden hacer.

“Vive una vida activa para Cristo”.

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