martes, 22 de diciembre de 2009

COMO LA LUNA


“Los cielos cuentan la Gloria de Dios…”, Salmos 19:1. ¡Qué expresión tan cierta! Un himno que me gusta mucho dice: “Tú eres el Sol dando tu luz sobre todo y yo soy la luna, no tengo luz de mí mismo, pero aun así Tú me has hecho brillar, mas no puedo brillar si mi rostro no está dirigido a Ti”.

La luna no brilla con luz propia, sino porque la luz del sol rebota en ella. Cuando la luna brilla parcialmente es porque se encuentra en un ángulo en el que la tierra bloquea una porción de la luz del sol.

Dice la Palabra de Dios que en el principio el Señor creó dos lumbreras, la lumbrera mayor para que señorease en el día y la lumbrera menor para que señorease en la noche. Podríamos decir que la lumbrera mayor, el sol, representa a Cristo, pues todo lo alumbra y las tinieblas se esconden de Él.

La lumbrera menor, la luna, somos nosotros, la Iglesia que brillamos con la luz que reflejamos de Él. Y aunque estemos rodeados de densas tinieblas y aunque las pruebas de esta tierra quieran bloquear nuestro rostro para que no reflejemos su preciosa luz, las estrellas, los ángeles de Dios, brillan a nuestro alrededor para recordarnos que hay un cielo más allá de este cielo y que el Sol no demora en regresar.

Tú eres una porción de la Iglesia, pon tu vista hacia el Sol para que brilles como luna llena.

No dejes que la prueba apague tu luz.

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