martes, 22 de diciembre de 2009

LIGERO DE EQUIPAJE


En el capítulo once de la Epístola de los Hebreos, el Apóstol Pablo dice que, los grandes hombres de fe, en las Sagradas Escrituras, se consideraban peregrinos y extranjeros en esta tierra, porque buscaban en una patria mejor.

Todo aquel que ha aceptado el llamado de seguir a Jesús, tiene que salir de su antiguo ambiente, cambiar antiguas amistades y costumbres e inclusive, a veces, alejarse de algunos parientes.

Ese es el momento, cuando el hombre que un día fue terrenal, sale de su viejo mundo y comienza su peregrinaje hacia la nueva Jerusalem, convirtiéndose en el proceso, en un hombre espiritual. Dios es Espíritu, por tanto, los hombres que peregrinan rumbo a su santa ciudad, deben ser espirituales.

Si un hombre sale de su vieja patria, buscando la patria celestial, pero a medio camino decide regresar a su antiguo hogar, caminó en vano, pues si desea llegar a la meta, debe volver a empezar desde el principio.

A algunos peregrinos nos ha sucedido esto y algunas veces hemos cometido un grave error, traemos en nuestro equipaje cosas pesadas e innecesarias para el camino.

Al no poder cargarlas más, las abandonamos y seguimos adelante. Pero cuando pasan unas cuantas millas y baja el peso, se nos olvida el trabajo que pasamos y nos devolvemos a recoger el inútil equipaje. Este proceso puede repetirse, haciendo nuestro caminar lento y pesado.

Peregrinos, prestémosle atención a las palabras del bello himno que dice: “Andar ligero de equipaje, viajar liviano, llevar sólo lo necesario”.

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