martes, 22 de diciembre de 2009

EL CUARTO OSCURO


Si un hombre está parado frente a un espejo en un cuarto completamente oscuro, puede pensar que todo está bien con su apariencia. Puede que esté medio afeitado, despeinado, con la cara sucia y la ropa al revés. Pero sin luz, no importa cuánto tiempo este hombre pase frente al espejo, no se va a dar cuenta de su condición.

Si una luz es encendida en aquel cuarto, el hombre comenzará a darse cuenta de su apariencia y tratará de hacer algo al respecto. Mientras más luz haya en el cuarto, más errores en su persona va a notar.

Querido amigo, el cuarto oscuro es tu corazón; el espejo es la Palabra de Dios y el hombre eres tú. No importa cuánto tiempo pases frente al espejo de la Palabra, si la luz del Espíritu Santo no ilumina tu corazón, no vas a ver tus errores. Si piensas que no tienes ninguno, puede estar seguro que tu corazón está falto de luz.

Mientras más se acerca un alma a la luz de Cristo, más imperfecciones, más pecados, más errores va a encontrar. Si cada día te das cuenta de lo bueno que eres y de lo malo que son los demás, puede que te estés alejando de la luz.
Esto no significa que tienes que vivir golpeándote el pecho, simplemente mírate al espejo, límpiate el rostro y si ves la camisa de tu hermano arrugada, ayúdale a plancharla con amor. Puede que necesites que él te arregle el nudo de la corbata.

Que nuestra vida refleje la luz de Dios.

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