sábado, 4 de octubre de 2008

QUÉ LE TRAES A TU REY

Vivimos en un mundo que demanda mucho de nosotros. Entre el trabajo, la familia, las deudas y los impuestos, el enemigo quiere dejarnos sin tiempo alguno para Dios y cuando llegamos del trabajo, muchas veces usamos nuestro tiempo libre para escuchar la radio, el Internet, etc.

Y no sólo esto, sino que hacemos caso omiso al mandamiento de nuestro Rey de predicar el evangelio. A veces vamos a la iglesia para que nos sirvan, no para servir; para que nos ayuden, no para ayudar; para recibir, no para dar.

En algunas ocasiones hay un claro contraste de lo que somos como discípulos de Jesús, durante la semana y los fines de semana en la iglesia. Si nuestro jefe nos pide que nos quedemos a trabajar tiempo extra, lo hacemos por el dinero o para ganar su favor; mientras que si el culto dura tiempo extra del acostumbrado, estamos listos para reclamar o simplemente irnos antes de que termine.

Cuando nuestro jefe nos dice que debemos viajar a un seminario, conferencia, etc., no ponemos excusa, pero cuando Jesucristo necesita misioneros en otras ciudades y países casi nadie puede ir. Actuamos como si el servir a Cristo es un favor y no una responsabilidad.

Después de comparar nuestro comportamiento hacia los reyes de este mundo y nuestra disposición ante el Rey de reyes, queda una pregunta que hacer: ¿Le estamos dando a Dios las primicias?

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