sábado, 4 de octubre de 2008

EL CIEGO PENIEL

Una de las narraciones que más toca mi corazón en la novela cristiana “Primera Luz”, es la historia de Peniel el ciego.

Peniel había sido obligado a pedir limosna y a vivir en el patio de la casa a los 7 años de edad. Diez años después su madre le dijo que ya era mayor de edad y lo arrojó a la calle.

Eran tiempos oscuros en Jerusalén. El concilio había decretado que cualquiera que dijera que Jesús era el Mesías fuera expulsado de la sinagoga. Un amigo paralítico de Peniel le acogió en su guarida, pero al ver que el joven no dejaba de hablar de Jesús le dijo que se fuera.

Una noche de tormenta Peniel encontró refugio en la entrada de una tienda abandonada para pasar la noche. Una princesa que era mantenida prisionera en el palacio de Herodes, logra escapar con su criada y deciden huir de Jerusalén. Aterradas, en medio de la noche se encuentran con Peniel, el que les cubre los rostros disfrazadas de ciegas y las ayuda a escapar, pues él conocía toda la ciudad. Los guardias buscaban afanosos a una princesa y su criada, pero no le prestaron atención a tres ciegos y así pudieron irse.

Esta historia me puso a pensar en cómo Dios usa aquello que el mundo desecha o ignora para traer salvación y vida. Peniel, el ciego para el mundo, conocía el camino para salvar a la princesa con los ojos del corazón.

Ciego es quien sólo ve con los ojos.

Heb. 11:1-3
Ro. 8:24

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