sábado, 4 de octubre de 2008

A LAS MADRES EN SU DÍA

¡Qué hermoso es el amor de una madre! Ella lo da todo por esa criatura que salió de su vientre.
Aunque su hijo no sea muy bien parecido, para ella es el más hermoso; aunque no sea diferente a los demás, para ella es muy especial.

Si se cae o llora, ella siente en carne propia su dolor. Si se enferma, se acuesta a su lado y sufre con él. Si al crecer se desvía y sigue un mal rumbo, para ella siempre va a ser inocente.

Una madre se entrega completamente por sus hijos y muchas veces recibe como pago faltas de respeto y abandono, pero a ella nada de esto le importa si su hijo está en necesidad; porque nunca pidió nada a cambio.

Tan sólo quiere contemplar siempre el rostro de su hijo amado contento, con salud y prosperidad.

Y si es una madre como la mía, simplemente le basta con saber que ha cumplido con su misión, la de llevar de la mano a su hijito y tener que soltarlo aunque le duela el alma; pero feliz al verlo caminando de la mano del Señor.

¡Que Dios bendiga a nuestras madres y felicidades en su día!

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