miércoles, 17 de octubre de 2007

EL ORGULLO Y LA SANGRE

El águila orgullosa de pecho blanco,
volando va lenta y pesada
sus plumas gruesas y envejecidas
sus uñas están gastadas.

Su pico largo y puntiagudo
que un día fue digno de admiración,
por devorar al más débil
con violencia y sin compasión,
hoy encorvado apunta a su propio corazón.

Hace un intento por recordar su historia,
pero qué lejos están ya sus días de gloria
el dolor que marca cada movimiento
parece poner en silencio a la memoria.

Con sus últimas fuerzas sube a la montaña,
moribunda al alto nido logra llegar
y le da a su pico golpes contra una pared aledaña
hasta que lo consigue arrancar.

Cuando vuelve a crecer el garfio afilado
sus uñas una a una arranca,
el águila aprende que su poder no es eterno
mientras se tiñen de rojo sus plumas negras y blancas.

Mas el lento calvario no ha terminado,
su soberbia todavía no la ha abandonado
hasta que no arranque con sus uñas una por una.
las viejas plumas de su sangriento pasado.

El tiempo pasa y sanan las heridas del ayer,
eleva el vuelo con más fuerza que antes, al amanecer,
aunque mucho más humilde después de aprender
que solamente cuando hay sangre el orgullo puede desaparecer.

El águila orgullosa de pecho blanco, con dolor
tiene que aprender que su poder es pasajero y existe uno mayor.
Así el hombre pecador pierde su orgullo
cuando es cubierto con sangre a los pies de la cruz del Señor.

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