miércoles, 17 de octubre de 2007

ESTUDIO DEL CORAZÓN 1 parte

Primera parte: Sometiendo al corazón.

Propósito: Este estudio está creado con el propósito de guiar al joven creyente y abrirle los ojos, para que conozca, someta, y obtenga la victoria sobre uno de sus peores enemigos en la carne: El corazón.

Introducción
El hombre está dividido en tres partes: cuerpo, alma, y espíritu. 1 Tes.5:23. El alma y el espíritu son las partes espirituales, son las partes del hombre que no conocemos físicamente, porque no están compuestas por materia y son un misterio para nosotros. El cuerpo es la parte carnal y vamos a separar la carne en dos secciones: los miembros y la mente. Los miembros son componentes físicos y visibles como los ojos, las manos, o los pies. La mente es donde radica el pensamiento y el corazón. El pensamiento son las imágenes o ideas que se sacan del corazón o se introducen en el corazón. El corazón es la base de datos. No estamos hablando del corazón que palpita en tu pecho, sino del corazón que está en tu cerebro, el centro de todo tu conocimiento e información, el núcleo de tu vida, donde nacen los instintos y los pensamientos.

Es muy importante que cuides tu corazón, la información que permites que entre en él y que lo mantengas sometido a nuestro Señor Jesucristo, que a diario le des al Espíritu Santo la autoridad sobre el mismo, porque si tu corazón se endurece, te apartas de Dios, porque el Espíritu Santo sólo habita en un corazón contrito y humillado y no en un corazón altivo y orgulloso. Prov. 4:23-25, Salmos 66:18, Salmos 51:17.

Desarrollo
Para comenzar vamos a conocer las cualidades del corazón humano sin Dios. Jer. 17:9. De un corazón lleno de engaño y maldad, sólo puede salir engaño y maldad, y esto es todo lo que hay en el corazón del hombre sin Dios. Gen.6:5, Mar.7:21, Santiago 4:1. Dios creo al hombre para tener una relación personal con Él, pero a causa del pecado esta relación es cortada y el corazón del hombre se encuentra en enemistad con Dios. Rom.8:6-8.

Todo lo que el corazón del hombre conoce es el mal, aunque al ser engañoso disfraza al mal de bien, cayendo en su propia trampa. Porque si no fuera engañoso nos presentara lo malo como malo, pero nuestro corazón, muchas veces, nos presenta lo malo como bueno. Pro.16:12; 26:12.

Por esto es que los hombres se creen buenos y justos, porque tienen un corazón engañoso y si su corazón, que es el núcleo de su información y conocimiento, vive en el engaño. La mente que saca los pensamientos del corazón va a vivir en engaño, y el cuerpo, los ojos, los oídos, y las manos y los pies; van a oír el mal, van a ver el mal, a hacer el mal y andar en el mal, porque están en engaño y para ellos lo malo es bueno. El que confía en el conocimiento, los sentimientos y los instintos de su propio corazón y no en Dios, se aparta de Dios. Jeremías 17:5.
Cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón y somos bautizados en el agua como señal, nuestro viejo hombre, es decir, nuestro viejo corazón es crucificado en la cruz del calvario para vivir una vida nueva. Rom.6:4-6, 2 Cor.5:17.

El Señor prepara nuestro corazón con el agua de la Palabra para hacer morada en él para su Espíritu Santo, porque el Señor no puede habitar en un corazón inmundo, Él no mora en tinieblas. San Juan 15:1-3, 1 Juan 1:5-7. El Espíritu Santo es el que hace morir a nuestro viejo y malo corazón a través de la Palabra de Dios. Rom.8:13-14, Heb.4:12, Efes.6:17.

El corazón se llena a través de lo que vemos, oímos, hablamos, y pensamos, ya sea de bien o de mal, de luz o de tinieblas. San Mateo 6:22-23, Job 34:2-4, Efes.4:22-24, Prov. 4:23-25.

Por esto es que en el libro de Proverbios el escritor, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice que para cuidar nuestro corazón, más que todas las cosas, debemos apartar de nosotros la perversidad de la boca y mantener nuestros ojos en lo que es recto. Es increíble como nosotros los jóvenes, muchas veces, le damos más importancia a las cosas materiales que a nuestra propia vida. Cuidamos nuestros vehículos y nuestra vestimenta, tratamos celosamente de mantener nuestras computadoras libres de virus, compramos todo tipo de protecciones para nuestro ipods y nuestros celulares, y guardamos el recibo como la niña de nuestros ojos, por si el artículo se daña reclamar la garantía, pero el don más preciado que Dios nos ha dado que es el Espíritu Santo y la vida, lo apagamos porque no cuidamos nuestro corazón.

Es necesario que como jóvenes tengamos mucho cuidado con lo que vemos, hablamos, escuchamos, y pensamos porque estas cosas pueden apagar o prender la llama del Espíritu Santo en nuestro corazón. 1 Tes. 5:19-22, Prov. 15:30-31.

No embriagues tu corazón con substancias químicas, con músicas mundanas y carnales, con películas de violencia o erotismo, con literatura o cualquier tipo de información que no edifique, todas estas cosas apagarán la llama del Espíritu Santo y se robarán tu corazón sin que te des cuenta. Ef.5:18-20.

La Palabra nos dice que El Señor Jesús es Rey de Reyes, pero no se refiere a los reyes de este mundo, se refiere a los que hemos dejado al mundo para seguirle, los reyes somos nosotros, porque la Palabra dice que somos real sacerdocio, y si somos reyes debemos comportarnos como tales. Prov. 31:4-8.

La madre del rey Lemuel le enseñó que no es de los reyes el vino, no sea que bebiendo olviden la ley. Hay jóvenes creyentes que en lugar de traer sus cargas a diario y derramarlas sobre el altar, no se embriagan con vino, pero sí con los afanes de la vida en los estudios o el trabajo, con el ocio y la vana diversión, con la vanidad, el mal comportamiento y las músicas mundanas; con las malas conversaciones, con el Internet, (Myspace), con literaturas que generan confusión, con el teléfono, y se olvidan de la ley de Dios, se entregan completamente a la carne y a los designios de su corazón que son sólo para el mal, y después no entienden en qué momento perdieron el don del Espíritu Santo. Ecc. 9:3, Prov. 23:31-35, Prov. 28:9, Salmos 119:92.

Cuando la Palabra de Dios dice que no hagas algo o que te alejes de algo o alguien, porque ese algo o ese alguien robará tu corazón sin que te des cuenta, no es un consejo, es un mandamiento, y tienes que observarlo con mucho cuidado o perderás la batalla contra tu corazón. En el libro de Deuteronomio, Dios les da una lista de mandamientos a los futuros reyes de Israel para que no cayeran en pecado. Deut.17:14-20.

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