miércoles, 9 de enero de 2008

MEDICINA ESPIRITUAL

Estaba meditando en lo bueno que mi Salvador ha sido conmigo, y todos los milagros y maravillas que ha hecho en mi vida.

No tengo palabras para expresar ni me alcanza el entendimiento para comprender cómo he llegado a este sitio de amor y paz en mi interior. Y aunque estoy preso en una cárcel, siento una libertad que era para mi desconocida.

Cuando su presencia está cerca siento sensaciones en mi cuerpo que ninguna droga puede igualar, es increíble. Yo recuerdo escuchar a gente decir cosas como estas y pensar, “sí, tú dices eso porque nunca has andado con drogas”, pero yo sí las he usado y nada se puede comparar a la obra que El Espíritu Santo hace en el creyente.

Yo amaba a las drogas y al alcohol porque me aturdían y me entumecían ante mis problemas y me permitían relajarme. También porque me ayudaban a endurecer mi corazón.

Pero ahora amo al Espíritu Santo de Dios, porque él no me aturde ante el dolor, sino que me permite soportarlo como si no estuviese allí. También me da el poder para enfrentarme a mis temores y a mis problemas.

El Señor también me ha enseñado que mi corazón no necesita ser endurecido para ser fuerte, sino que necesita ser quebrantado una y otra vez, porque cuando soy débil su fuerza se manifiesta en mí.

¡Te amo Jesús!

No hay comentarios: