miércoles, 9 de enero de 2008

LA SANTIDAD

La santidad no se viste de deseo, si tu apariencia incita a la sexualidad, estás vestido de carnalidad.

La santidad no apunta con el dedo, más bien extiende toda la mano, si eres el acusador de tu hermano, estás vestido de carnalidad.

La santidad reprende al que se desvía, pero no mira por encima del hombro al inconverso. Si en vez de predicar a Cristo en amor te dedicas a tirar piedras, estás vestido de carnalidad.

La santidad no es emocionarte al cantar un himno o al orar en la iglesia y a la salida tratar a las personas con indiferencia, si te vistes de blanco sólo por las apariencias, mas tienes negra la conciencia, estás vestido de carnalidad.

La santidad se obtiene por gracia, se comprueba con el amor, y se retiene con la obediencia, si en el cuerpo de Cristo actuar con rebeldía es tu costumbre, estás vestido de carnalidad.

Las palabras de aquel bello pensamiento deben estar escritas en el corazón de todo fiel soldado de la cruz. “Vive en santidad sin la cual nadie verá al Señor. Para vivir en santidad, y no gustar la muerte eterna, vive las palabras de Jesús”.

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