martes, 8 de mayo de 2007

LA PEÑA

Quebranta la peña de mi corazón,
para que completamente a ti se abra,
Pero que no sea Moisés
con la dura ley de su bastón,
sino tu Santo Espíritu
con el tierno toque de tu palabra.

Separa los cielos y llévame a tu lado,
como separaste al mar muerto del pecado
No permitas, Buen Pastor,
que perezca en el desierto,
guíame al hogar con tu cayado.

Señor Jesús, Tú fuiste aquella roca despreciada
que con recia vara fue herida,
cuando la humanidad rebelde y despiadada
vagaba completamente perdida.

Quién diría que al cruzar punzante lanza tu costado
un manantial de agua y sangre brotaría,
santa y pura sangre para lavar mi alma del pecado
y agua fresca y cristalina para darme nueva vida.

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