martes, 8 de mayo de 2007

CUIDA TU JARDIN

"Hace algunos años, conocí­ una señora que por motivo de la muerte repentina de su esposo, cayó en una profunda depresión. La salud del cuerpo estaba completa, todo estaba en la mente -decía ella-. El remedio para aquella terrible enfermedad, fue muy singular. Le dijo el doctor que la atendía: Quiero que dedique parte de su tiempo diario en cultivar un jardín en el frente de su casa con esas plantas que siempre ha deseado tener. Esa será su medicina. Manténgalo limpio, abonado y con agua. Ella contaba que aquello fue su sanidad".
-Fragmento, Dorcas Martínez: El cultivo de la mente.

"Otra parábola les propuso diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo, mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fue". Mt.13:24-25.

Querido Joven cristiano, tu mente es el jardín o campo de Dios. ¿Qué es lo que está siendo sembrado en él?

El señor del pecado es Satanás. Él fue el que se encargó de sembrarlo en el corazón del hombre desde el principio del mundo. Pero si el hombre hubiera obedecido la palabra de Dios: "Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo Dios: No comeréis de el, ni le tocaréis, porque no muráis". Gen. 3:3, el plan del enemigo hubiera fracasado y su mala hierba no hubiera echado raíz. Pero todos conocemos la historia, y en ese jardín de antaño, el hombre firmó su propia sentencia de muerte.

Cuando vuelvas a salir caminando por tu barrio, fíjate en cualquier terreno vacío. Podrás notar que se encuentra (si está descuidado) lleno de maleza, y de basura. Esto lo podríamos aplicar al corazón de la siguiente forma: La maleza es el pecado del corazón. No hace falta regarla para que crezca. Crece con mucha rapidez y si no la cortamos a tiempo, puede ahogar toda buena planta, todo buen sentimiento, todo buen fruto. La basura es el abono del pecado, pornografía, borracheras, drogas, etc.

Cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón, somos crucificados junto con Él, enterrados en el bautismo y sellados por el Espí­ritu Santo de Dios para salvación de nuestras almas. Sin embargo, el jardín de nuestro corazón se ve amenazado, a cada momento, por la maleza del pecado que quiere rebrotar.

El Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos amonesta que cortemos y arranquemos diariamente la maleza de nuestro jardí­n. ¿De qué manera hacerlo? "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad". Fil. 4:8. La única manera de renovar nuestra mente es a través de la Palabra de Dios, la oración, y el ayuno.

¿Cuánto tiempo pasas al día, a la semana, al mes, o al año limpiando tu jardín? Compara ese tiempo de arrancar maleza, y de regar tus plantas espirituales, con el tiempo que pasas echándole basura a tu jardí­n. ¿Cuánto tiempo pasas como zombi escuchando música de "amor" supuestamente, o mirando películas llenas de violencia, fornicación e inmundicias?
Joven... si tú haz entendido y recibido el amor de Jesucristo, no lo desplaces de tu corazón por la basura, ni por la maleza del pecado. Si no le conoces, búscale en oración, lee la Biblia, ve a la iglesia. Si te pasas más tiempo llenando tu casa de basura que limpiándola, estás en un problema. Hay algunos jóvenes que piensan que ni siquiera tienen que limpiar su jardín, que éste se limpia solo.

Si tu jardín ha sido limpiado por el Señor Jesús, esto no significa que ya no hay que hacer más nada. Al contrario, es ahí­ donde comienza tu trabajo. El Señor es el que da el crecimiento a tus flores espirituales. Pero tú tienes que cultivar y trabajar la tierra. Yo sé lo que es convertir un basural en un jardí­n, y créemelo no es nada fácil.

Era el verano del 1998 y yo tenía once años. Cierta iglesia de Philadelphia tenía un programa para mantener a los niños y jóvenes lejos de la calle y las drogas; para llenar el ocio en los dí­as calurosos del verano y hacerles gastar las suficientes energías para que no les queden fuerzas para salir a inventar en la noche. Porque aquel lugar del norte de Philadelphia era peligroso y los jóvenes eran, como siempre, los protagonistas de las más tristes historias.

Las actividades de ese programa mantenían a los jóvenes ocupados cuando no había clases. Los niños menores de diez años eran cuidados en la iglesia. Les daban estudios bíblicos, comida y participaban de juegos. Los niños mayores de once años trabajaban pintando paredes en la oficina, ayudando en el comedor o convirtiendo basurales en jardines.

Uno de mis primos, que tenía siete u ocho años de edad estaba en la guardería. A otro lo asignaron a trabajar en el comedor y a un tercero en la oficina. A mi hermano y a mí­ nos tocó trabajar en un terreno vacío que los vecinos habían convertido en un basural.

Cuando llegamos al lugar nos pareció imposible que éste pudiera llegar a convertirse en un jardín. Parecía más bien una jungla por lo alto de la maleza. Las apenas cuatro horas diarias que trabajábamos, bajo un sol intenso, nos parecían largas jornadas de esclavitud, pero seguíamos adelante pensando siempre en el cheque que recibiríamos. Poco a poco fuimos limpiando y aquel lugar que algún día fue escondite de drogas, criminales y toda clase de actos inimaginables del bajo mundo, se transformó en un hermoso jardín, casa de mariposas, lleno de flores de vivos colores y frescos olores.

Recuerdo el trabajo que pasamos transformándolo y me pongo a pensar qué difí­cil hubiera sido aquello si todas las tardes, después de nuestro arduo trabajo, hubieran descargado un camión de basura en aquel lugar. Creo que habría sido algo devastador ver desaparecer todo nuestro duro trabajo bajo una pila de basura.

¿Como crees tú que se siente Jesús, el jardinero principal de nuestro corazón, cuando tú le haces algo semejante?

Joven, cuida tu corazón. No lo llenes de basura porque lo que entra por tus ojos y oídos va al corazón. Y no es sólo un camión de basura, sino filas y filas de camiones, que nuestro enemigo quiere de forma disimulada descargar en tu jardí­n. Ciérrale la puerta a toda palabra ofensiva, a toda mala conversación, a todo acto de violencia, a toda inmundicia sexual y recuerda que...

"Cultivar nuestra mente podría ser la sanidad de muchos de nuestros problemas. Porque una mente cargada de pensamientos negativos produce caras largas, ceños fruncidos, depresión, respuestas airadas, descontrol, hasta por las cosas más insignificantes; conversaciones desagradables; se renuevan rencores del pasado y brotan espinas en el presente.

Vigila tus pensamientos, estos se convierten en palabras. Vigila tus palabras, éstas se convierten en acciones. Vigila tus acciones, éstas se convierten en hábitos. Vigila tus hábitos, estos se convierten en carácter. Vigila tu carácter, éste se convierte en tu destino. Cultiva tu mente, el destino eres tú".

-Fragmento, Dorcas Martínez: El cultivo de la mente.

Que Dios te bendiga y llene tu Jardín de bellas flores.

*Inspirado en el escrito de la hermana Dorcas Martínez: El cultivo de la mente*

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